El apartamento es amplio, limpio, con una cocina equipada por encima de la media en este tipo de alojamiento (¡los cuchillos de cocina cortan!). Situado en una cuarta planta sin ascensor (lo que puede resultar obviamente un problema para algunos viajeros), con vistas a un patio-jardín interior, el edificio es muy, muy tranquilo, al igual que el barrio. No es estrictamente “céntrico” pero la estación de tren y metro está a unos tres minutos escasos y, desde ahí, todo Berlín (aeropuerto incluido) está a la mano en muy poco tiempo. A un corto paseo está el palacio de Charlottenburg, con sus hermosos jardines. Encantadora la señora que nos recibió, Barbara, y de agradecer las bebidas que nos esperaban en el frigorífico. Podríamos repetir sin duda.